
La entrada anterior fue un intento, fallido, de hablar de otra cosa que no sea del maldito TLC que me tiene indigesto, pero sólo los ríos no se devuelven, y los pintorescos, chistosos y ridículos hechos políticos de nuestro país me obligan.
Se preguntará usted, ¿Qué será esta vez? Si se revisan las anteriores entradas, ya he criticado a los infames de la perversa propuesta del Melico, y todo lo malo y sedicioso que salió de ahí. La ineptitud de políticos de ambos lados, la poca oportuna intervención de sacerdotes de renombre en cuanto a temas ajenos (sacerdotes hablando de política es como políticos hablando de teología, no me canso de decirlo), los disparates de gente pequeña que primero pedía a gritos un referéndum y ahora que lo tiene, no hacen más que desacreditarlo y anunciar, de ciertos sectores, que si gana el SI no reconocerán el resultado.
De la momia de Castro, que ahora viene a meter su vieja nariz en nuestro asuntos, si bien no intentó, ni por asomo, embarrialar la cancha de su amigo, el presidente Ortega de Nicaragua, y ni chistó cuando el TLC fue aprobado ahí, con los votos del FSLN, y el mismo Ortega, que ni en broma a dicho que irrespetará el tratado o intentará salirse, a pesar de su amistad con el comandante exgolpista Chávez, que cuenta entre sus allegados, al presidente de Irán, que amenaza con borrar del mapa a Israel, y a Corea del Norte, que dentro de su comunismo radical y extrema pobreza, tiene un plan de desarrollo nuclear a todas luces alarmante.
Dentro de la mayoría de dirigentes del NO, prevalecen ideas que no concuerdan con la realidad costarricense, como el desconocer resultados electorales, amenazar con sedición, tachar de vendidos a los honorables magistrados del TSE, socialismos cuanticos, aunque dudo que conozcan el verdadero significado de ambas palabras. A pesar de todo esto, Ottón Solís se sale de estos, a pesar de otras apreciaciones erróneas y artículos que rayaban en lo ridículo (comparó la innecesaria lectura del TLC con la innecesaria lectura de Mi lucha de Hitler, aduciendo que no era necesario leer este último para estar en contra de sus ideas).
Al menos se atreve a decir que las intervenciones de los indeseables Chávez y Castro no harán más que afectar la campaña del NO, y no tienen nada que ver con lo que quiera o no hacer Costa Rica. ¿Es acaso esto difícil de entender para los que desfilan orgullosos con sus añejas banderas rojas con la figura de lenin?
La decisión acerca del TLC se debió tomar hace mucho tiempo, pero la estúpida costumbre de esperar a que se aclaren los nublados del día ha hecho que se pierda tiempo valioso. Subdesarrollo mental, amigo lector, en ambos lados del mostrador, ese es nuestro problema.