
Al diablo con la etiqueta a la hora de escribir. Solo 20 personas leen este blog (aunque una de esas sea Chuck Norris).
Un día de estos me compararon con Merino (cualquiera podría estar asqueado) pero pensándolo bien, si nos parecemos, decimos lo que pensamos, somos consecuentes con nuestras ideas (diametralmente opuestas) y nos gusta leer…aunque posiblemente él se ría de lo que yo escribo de la misma forma en que yo me río de ese dinosaurio rojo.
Jean-Paul Sastre, uno de mis pensadores favoritos, era ateo sin lugar a dudas, y con menos dudas todavía, admirador de Ernesto “Che” Guevara. Luego de su existencialismo ateísta, evoluciona hacia el marxismo (¿Quién en su ignorante juventud, no fue rojo rojito al menos por un día en su vida? Sastre lo hizo ya viejo, bien por él) Luego se da cuenta y plasma su ruptura con esa ideología y publica El fantasma de Stalin (el mío se hubiera llamado La momia de Lennin). Yo, siendo el más incrédulo y no religioso de todos, leo al Shiddarta Gautama o al Jesús históricos, sin que esto me haga reñir con las ideas del francés. ¿Acaso se hubiera molestado él al saberme detractor del Che y sus amigos? Si lo hubiera visto impreso en camisetas baratas estaría tan decepcionado como yo.