Friday, March 16, 2007

No me defiendas mano

Es de esperar, querido lector de este blog, que perdone la prolongada ausencia de escritos en el mismo. Un blog descuidado es como el periódico de ayer, no sirve más que de referencia en vez de punto de partida forjador de críticas y opiniones, como debería ser.
Mas, claro esta, nunca se podrá sustituir la calidad por la cantidad, y las ideas plasmadas aquí, desde intentos vanos de jugar al teólogo, hasta editoriales de vida política, han mantenido esa máxima por sobre todas las otras, junto con el criterio independiente y la responsabilidad de difundir siempre una línea de pensamiento claro y definido, pero permeable a su vez.
Esa, en propias palabras, es la quintaesencia de la libertad de expresión, con el derecho y el deber de ir más allá de la superficialidad de los hechos.
Esto, y no otra cosa, es lo que me llama nuevamente a mover mi pluma, con el tema del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los EE.UU. de por medio.
Para salir del montón, y conservar la siempre bien ponderada elegancia de lo firmado por mi puño y letra, este tema del acuerdo comercial no se tornó eje principal del blog, como si lo hizo en todos los medios del país.
Todo se ha escrito acerca del TLC, incluyendo penosas faltas de respeto a la inteligencia del lector, como el campo pagado de la Cámara de Comercio, insinuando que el posible cierre de la empresa ALUNASA por parte del pintoresco, por así decirlo, gobierno de Hugo Chávez, se debe a la falta de seguridad jurídica, que si aportaría el TLC; o la teoría de la instalación (perdón, imposición, según sus autores) de un ejercito en el país debido a la futura conversión de la nación en una fábrica de armas. Es una pena que un debate importante se vea ensuciado por ideas sacadas de revistas y publicaciones de inodoro, tal como Granma y panfletos de pretil, como esas y muchas otras.
Y ese es, precisamente, el problema, la falta de conciencia, o la contaminación de la misma.
Somos un país alfabetizado, mas no educado. El hecho de que nuestro status quo, funcione a grandes rasgos, no significa que la población se encuentre al mismo nivel. A lo largo de la historia, ese fue el pecado de las grandes revoluciones ideológicas, todas, absolutamente venidas a menos de una u otra forma, dado que la teoría no encontró, llegado el momento, al practicante idóneo, optando lastimosamente por la inopia.
Con la predicación mediocre de no votar, pero exigir; de no trabajar, pero extender la mano; de no estudiar, y ser un zángano social; de no proponer, pero quejarse; en fin, la médula del pensamiento del costarricense, repito, mediocre, lleva al traste con lo bueno que se podría hacer.
Como si se tratara del reino de las fantasías animadas de ayer y hoy, hay gente que asusta con la vaina vacía, y otras que le creen. “La soberanía reside exclusivamente en la Nación” “Nadie puede arrogarse la soberanía, el que lo hiciere cometerá el delito de traición a la Patria” “Ninguna persona, o reunión de personas, puede asumir la representación del pueblo, arrogarse sus derechos, o hacer peticiones a su nombre. La infracción a este artículo será sedición”. ¿Qué parte del capítulo I de la Constitución Política que dicen defender no entienden los rojos, los amarillos y los verdes?
Como parte de los que ensucian el debate desde columnas y escritos baratos, hay quienes ponen como ejemplo a seguir el modelo cubano o venezolano; no hace falta escribir más acerca del caso, la historia habla por si sola, y los insultos y sandeces lanzadas en contra de la libertad, soberanía e independencia de Costa Rica, por parte de estos y aquellos en esos países(incluyendo a nuestras destacadas figuras del movimiento sindical e importantes personas políticas del siglo pasado), no hacen sino fortalecer el modelo costarricense, en donde el derecho de uno termina donde empieza el del otro, y en donde la libertad de expresión y la prensa independiente son sagrados.
Es por eso, que me veo obligado a responder la hipotética, pero segura, pregunta del lector: ¿Apoyo la marcha contra el TLC y el movimiento en contra del TLC?
No, pero el hecho de que usted difiera o concuerde conmigo con ideas cimentadas, es vital para una discusión inteligente, algo escaso en estos días.
Estar en contra de los bloqueos y a favor de las expresiones libres pero respetuosas de los derechos de los demás es estar de parte del sentido común.
Lastimosamente, este es un país donde, repito, al gente no es educada, en el sentido de su poca lectura (y cuando leen, la mayoría, según encuestas, se inclina por un periódico amarillista), donde existe poco sentido crítico, pero mucho berreo, y opiniones carentes de fundamento (sacerdotes hablando de política es como políticos hablando de teología).
No es suficiente exigir el derecho a expresarse, si no se complementa con el deber de informarse, y formar un criterio propio basado en ideas y discusiones de altura.
En otras palabras, mi rechazo a participar en la marcha o integrarme al movimiento en contra el TLC se basa en el respeto a mis ideas aquí antes plasmadas, no me puedo traicionar a mi mismo; en otras palabras, no me defiendas mano.